“La tarea del individuo es volverse consciente de los contenidos que emergen del inconsciente. No debe persistir en su inconsciencia, ni tampoco permanecer idéntico con los elementos inconscientes de su ser, evadiendo así su destino, que es crear más y más consciencia. Tan lejos como podemos discernir, el único propósito de la existencia humana es poner una luz en las oscuridades del ser. Podemos asumir que así como el inconsciente nos afecta, también el aumento de nuestra consciencia afecta al inconsciente”
Carl Gustav Jung
La Asociación Americana de Danza Movimiento Terapia (ADTA por sus siglas en inglés), la define como el uso psicoterapéutico del movimiento para promover la integración del individuo: cognición, sentimientos, deseos y fisicidad.
“Lo importante es ese instante único en el movimiento. Darle a ese momento sentido, importancia y vitalidad. No dejar que se desvanezca en vano, sin ser percibido”
Martha Graham
El baile se convierte en las alas que permiten dejar volar la expresión, una manera de soltar el alma para que se manifieste a través de la belleza del sentir. Bien lo sabía Pina Bausch cuando dijo:
“Hay que dejar que cada cual se exprese según sus motivaciones internas”
El movimiento libre es una necesidad de salir, de mostrarte. Ese mágico código de signos que es el ritmo, los gesto, las acciones… otros medios diferentes de la palabra para mostrar lo que nos sucede. Un arte que deja en evidencia que el cuerpo no es mudo, es un pintor de nuestra biografía.
Como manifestaba Michael Chejov, todo movimiento corporal es psicofísico, el cuerpo posee la capacidad para comunicar de manera consciente e inconsciente, bien de manera separada o simultánea. Al actuar desde la fisicidad conectamos con una parte de nuestro cosmos: ya sean emociones, un destello de la imaginación, un recuerdo o una sensación que se hace presente: partes de una misma galaxia, el self (yo). Pues moverse es conmoverse, es la integración de lo que estoy haciendo con lo que me está sucediendo, estar más que ser.
Las personas a menudo nos tenemos que enfrentar a exigencias, conflictos, duelos, enfermedades… que pueden desencadenar en dificultades motoras, dolores, pensamientos y sentimientos negativos. Un cúmulo de circunstancias personales que en los peores de los casos pueden llegar a enterrar a la persona en su propio mundo interior. Un recogimiento que puede causar afecciones intestinales, depresiones, ideas suicidas, neurosis… Crisis que retraen al ser. Ante este infortunio de no poder articular necesidades, ausencias y miedos mediante palabras, la persona puede hallar en el movimiento intuitivo la manera de interactuar con su interior y el mundo exterior, así de conectar a ambos. En suma, el menor gesto, la mínima mueca facial, un pequeño movimiento ya es una revelación que rompe el silencio. Y es que la manifestación corporal es el grito más fuerte.