<< Todo el ser del hombre consiste en sensaciones de hambre, de frío, de ofensas, de pérdidas y de un miedo a la muerte, digno de Hamlet. En esas sensaciones reside la vida; pero nunca despreciarla” La sala número 6 >> Antón Chéjov.
El taller “Interés, furor e ilusión longevos”, llamado así por el simbolismo de la palabra ‘taller’ (lugar donde se crea manualmente), es enseñar a profesionales dentro del campo de la gerontología, a usar técnicas del teatro (sensoriales, rítmicas y dramáticas) con consignas cerradas y abiertas en el ámbito gerontólogo. El fin de dichas prácticas no es sólo para retrasar al máximo el deterioro de las funciones motoras, emocionales e intelectuales del anciano, sino también para fomentar la amistad-afectividad. Dar y recibir muestras de cariño, ayudar y que le ayuden a lograr tareas, ser útil y valorado es clave para elevar su autoestima. Igualmente, alentar al anciano a tener aficiones y hacer ejercicio físico como mental, reajustar el ritmo a su nueva vida para que no entre en el abandono de toda actividad. La vitalidad y la sociabilidad es un freno contra el deterioro.
Se hace necesario disponer de un espacio vivencial donde el anciano manifieste y exprese sus emociones, pasiones y deseos, al mismo tiempo que comparte y recibe las expresiones de sus semejantes. Del mismo modo, disfrutar de un lugar donde aprender a usar la calma (respiración-relajación) de manera efectiva ante las crisis, autorregulación ante los avatares que lleva el ocaso de la vida. Tener la mente ocupada en labores que le agraden, eclipsará por momentos las emociones negativas (tristeza, rabia, envidia…) que generan nuevos pensamientos negativos, que favorecen el abandono y repliegue en si mismo. Emociones negativas causadas en parte por la pérdida de ciertos atributos valorados por la sociedad (belleza, sexualidad, utilidad, etc.,), y por el miedo a la muerte a la enfermedad y la soledad.
En el taller se aprenderá también a usar el humor, uno de los mejores fármacos para mudar de estado de ánimo, junto a su aliada, la risa, que es el mejor analgésico natural. Como decía Víctor Hugo “la risa es el sol que ahuyenta el invierno del rostro humano”.
Los juegos están pensados para que sean comparables con algo ya experimentado para implicar emocionalmente al anciano, con la intención de que nazca en él, el deseo por repetirlas. Por ejemplo, mientras ejercita un movimiento de las capacidades humanas – perceptivo-motrices (equilibrio y coordinación), físico-motrices (fuerza, resistencia, velocidad y flexibilidad) y socio-motrices (expresión, colectividad), a estás se le añadirá un ‘como si…’ que provoque una emoción. Dichas habilidades se ejercitarán con juegos de: respiración, sensorio-motrices, y de sensibilización (experimentar vivencias o inducir imágenes a las que, posteriormente, se les dará forma mediante los signos del lenguaje corporal, rítmico-musical y oral).